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lunes, 31 de diciembre de 2007






























miércoles, 12 de diciembre de 2007

¡Qué pocas luces!

¡Qué pocas luces!
En cualquier ciudad de este universo llamado consumismo el afán por el negocio, las compras y todo lo que mueve el maléfico dinero del capitalismo, se torna de un color navideño en esta época del año. Parece como si tuvo se dulcificara y las tiendas, negocios y centro comerciales varios nos meten hasta en los días festivos su capacidad de sugestión para hacernos comprar cualquier producto navideño.

El color de la Navidad, en Barbate por ejemplo que carecemos de nieve, es de un colorido diverso y todos sucumbimos ante el maravilloso mundo de las luciérnagas con forma de muñeco de nieve árbol de Navidad que se colocan encima de nuestras cabezas cuando andamos por la calle.

Normalmente, y cada vez más adelantado, la colocación de las mismas se realizaban antes del puente de la Inmaculada y así, aunque parezca algo extraño, sucede en todas parte. Como por ejemplo en Conil, sí esa localidad tan cercana y a la vez tan distanciada de nosotros, o, para que vean que no es cuestión de colores, en Vejer.

Las luces de Navidad, pese a su peculiar inducción al consumismo, no deja de ser una forma estética de decorar las calles de un pueblo, de una ciudad, de un barrio o de una calle. Algunos, como es el caso de Cádiz, aprovechan al máximo las luces y las utilizan para Navidad, carnaval y lo que se tercie, sólo es cuestión de manejarlas un poco, darle alguna que otra vuelta y, lo más importante, pensar un poco.

Aquí en Barbate eso no se utiliza. No me refiero a lo de pensar, que tampoco, sino a utilizar las misma luces. Aquí directamente, no se usan. Bien por carencia de dinero, bien por impagos, bien por lo que sea… lo cierto es que es una auténtica vergüenza que en las fechas que estemos todavía no se respire en Barbate ese ambiente navideño. Otra de las cosas que se han quitado últimamente, o más bien olvidado, ha sido el pregón de Navidad. Un pregón que aunque no gozaba de mucha popularidad, este era uno de los pocos eventos que engrosaba la escueta lista de los actos culturales en Barbate. Aunque este es otro tema que ya abordaremos…

Borrar de un plumazo las casas no es muy positivo para el que lo realiza. Quizás las luces se empiecen a colocar esta semana, al fin y al cabo sería deleznable que llegara el 25 y no exista un mero arbolito decorado. Quizás sea cosa de dinero… teniendo en cuenta los importantes recortes realizados por el ayuntamiento, el mantenimiento de la brutal subida de impuestos (a lo mejor algunos no lo recuerdas o incluso no lo conocen pero ¿qué hay de aquella pancarta que esgrimía contra la brutal subida de impuesto de PP y PA?), contrarrestadas con el aumento salarial del equipo de gobierno en verano o los cambios de rotonda, dan pie a una importante conclusión que nos remite a una inexcusable falta de planificación o como se dice en barbateño ¡qué pocas luces!


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jueves, 6 de diciembre de 2007

Pastillita para la gloria

Pastillita para la gloria...
Ojeando los suplementos dominicales de la prensa, el pasado fin de semana pude leer un reportaje sobre la maternidad en edades prematuras, es decir, antes de los dieciocho. Según fui leyendo, existe un gran porcentaje de madres jóvenes y en el ranking era España la subcampeona en este concurso, con la cifra de más de 18.000 embarazos adolescentes al año.

Precisamente en Barbate sabemos mucho de esto y lo que antes se convertía en algo así como todo un ‘escándalo’ para las comidillas de calles y plazas, hoy en día es algo tan normal que lo extraño es, precisamente, lo contrario. Con esto no quiero reprender con la inquisición que se acostumbraba a discriminar en otros tiempos, pero creo que este extremismo y esta liberación del cuerpo no es lo más conveniente.

Hoy en día son muchas las niñas, y digo bien niñas, que tienen a sus hijos con 17 o incluso 15 años. Mientras unas niñas lo hacen por su propia supervivencia en otros lugares del mundo, aquí se hace por la falta de cultura. La infancia de esos hijos es durísima, la educación forjada por unas abuelas y no por unos padres en el seno de una familia, no ya que estén casados, sino que, en algunas ocasiones, ni siquiera conocen al padre. Por supuesto no es culpable sólo la embarazada, también tienen mucho que decir el que pone la semilla, los padres, su familia, su cultura...

Entre los ‘contras’ de estos embarazos adolescentes no sólo se encuentra en peligro la madre en cuestión, sino el propio hijo que espera en su vientre. Esto hace que exista una generación algo enrarecida con madres a los 16. Por mucho que haya vivido alguien, hoy por hoy, y teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos, no creo que se esté mentalizado ni preparado para ser padres a esas edades. La carga es sobretodo para la abuela, que suele ser quien se encarga del retoño, de sus cuidados y de sus responsabilidades, porque al fin al cabo es su sangre y la mentalidad de los progenitores del niño no llega a más.

Ante esta avalancha de ‘barrigas’ sería idóneo fomentar, dentro de la condiciones de un centro de la juventud, algún indicio de planificación familiar. Lugares donde puedan acudir estos padres para la información tanto de ayudas para familias adolescentes, como para prevenir. No sólo basta con una conferencia anual en los institutos sobre preservativos, los cuales salen volando posteriormente a modo de globo. Es necesario algo más de implicación.

La píldora del día después, por ejemplo, en Cataluña ya se está empezando a ofrecer sin la necesidad de obstáculos complicadísimos que dificulten el proceso. La cultura sexual puede ser unos de los ejes para la solución de este problema: la información desde pequeños, desertar los tabúes, la educación en la familia y en los colegios, etc; todo lo posible por evitar el adelantamiento inconsciente del ciclo de la vida.

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